Usted está aquí: Los Pasos La Soledad

Es el más antiguo de los pasos procesionales de Pamplona, pero no de la Hermandad, ya que pertenece al Ayuntamiento. Su autor, en 1883, fue Rosendo Nobas y Ballbé (1838-1891), alumno de la Escuela de Lonja y profesor en ella desde 1877, y el mejor discípulo de los Vallmitjana. Realizó una gran cantidad de bustos y monumentos, y destacó como restaurador de la técnica de la terracota. El paso costó 200 pesetas más 48 de embalaje y transporte. Se trata de una imagen "de vestir" por lo que sólo tiene talladas las manos y la cara. Su belleza ha merecido elogios y despertado leyendas. Su primer manto fue encargado, también en Barcelona, a la Casa Roca y Casadevall. Sin embargo, el segundo y actual fue realizado en Pamplona por las Madres Adoratrices y estrenado en 1960. La antigua imagen de Las Siete Espadas se encuentra actualmente en la Iglesia de San Lorenzo, como también La Dolorosa.

Es llevado a hombros por 24 portadores.

HISTORIA

El nacimiento “indirecto” de la nueva Imagen de Nuestra Señora de los Dolores, o “La Dolorosa”, puede considerarse cuando el día 21 de Julio de 1.867, en la localidad de Tolosa, la pamplonesa doña Sofía Villanueva hizo testamento en el lecho de la muerte. Esta piadosa, y devota de la Virgen Dolorosa, en sus últimos días, murió el día 27 del mismo mes, dejó testado “un manto de terciopelo negro, bordado en oro, y con su correspondiente cola, para la Virgen Dolorosa que está en la Iglesia de San Agustín y que sale en procesión el día de Viernes Santo” o en su defecto 10.800 reales de vellón.

Quince años se tardó en cobrar el importe del manto, pero al fin en 1882, con el dinero ya cobrado el Ayuntamiento encarga la confección del mismo, del cual ya se había hecho un patrón, a la empresa ROCA Y CASADEVALL de la calle Escudilleros 64 de Barcelona

Al ver la suntuosidad del manto nuevo, el Ayuntamiento pensó que la imagen para la cual fue donado el mismo, no estaba en consonancia con él y es por esto por lo que encarga una nueva talla al escultor catalán don ROSENDO NOVAS. De aquí el nacimiento “indirecto” con la donación de doña Sofía Villanueva.

Como se detalla en el libro escrito sobre la Historia de la actual Imagen de La Dolorosa, con el importe de la donación, 10.800 reales, fue pagado el manto y el busto de la Imagen.

En el mes de marzo de 1883 estuvieron expuestos en el Ayuntamiento tanto el manto como el nuevo busto de la Imagen, creando gratas sensaciones. En este mismo año se estrenaron en las procesiones de Semana Santa, pero no tuvo un final feliz, empezó a llover fuertemente a mitad de procesión y de la calle Zapatería tuvo que meterse por Calceteros rápidamente a San Agustín.

En 1925, se tienen las primeras noticias del canto de la Salve popular, siendo párroco de San Lorenzo don Marcelo Celayeta.

En 1933, durante la II República, siendo alcalde don Nicasio Garbayo Ayala (tío del que luego sería alcalde accidental de Pamplona y Prior de la Hermandad de la Pasión, don Javier Rouzaut Garbayo) cedió los derechos de la Imagen de La Dolorosa a la Hermandad de la Pasión del Señor.

En 1937 el Ayuntamiento reclama su devolución.

1960.- El manto donado por la señora Villanueva tiene ya 77 años y por lo tanto su estado es bastante deteriorado, ya no caben arreglos. Por este motivo el Ayuntamiento decide hacer uno nuevo. Pero no hay dinero para ello. Como realmente hay que hacerlo, y la Virgen Dolorosa es muy querida en Pamplona, se le ocurre que sea el pueblo el que participe y así promulga una suscripción popular que es muy bien acogida. El manto, confeccionado por las Madres Adoratrices, tiene un coste de 425.000 y la recaudación popular fue de 242.520,35 Ptas. El resto lo aportó el propio Ayuntamiento.

1963.- El hábito de los portadores, hermanos de la Hermandad de la Paz y Caridad, es de caperuza morada y túnica negra. El ayuntamiento decide adaptarla a los nuevos tiempos y la cambia por túnica verde (bandera de Pamplona), caperuza amarilla, lo que mejor va con el verde y escudo de la Cruz de Jerusalén, con el escudo del Ayuntamiento en el centro.

En este año se restaura su capilla con un lienzo de Lozano de Sotés.

1974.-Limpieza, adecentamiento y arreglo de la Imagen Dolorosa por José Mª Rodríguez Azcárate.

1990.- Nueva remodelación de la capilla, la que está actualmente.

1999.- Al vestir a La Virgen, se caen las manos al suelo y se sueltan, hubo que arreglarlas de urgencia.

-. En un principio fueron 4 los portadores los que llevaban imagen, eran unas andas sencillas que poco a poco se fueron enriqueciendo.

-. En 1885 se ampliaron para adaptarlas a la nueva figura de la Virgen, y se puso un nuevo varal, pasando de cuatro portadores a seis, tres delante y tres detrás. Este trabajo lo realiza el taller Legaria y Andrés por un importe de 32,75 Ptas.

-. En 1928 se construyen unas nuevas andas por D. Víctor Eusa pasando a ser 12 los portadores, 4 delante, 4 debajo y 4 detrás. La obra la realizan los Srs. Arrieta y Compañía por un importe de 10.000 Ptas. Las medidas son de 2,90 largo por 2,10 de ancho.

-. En 1942 se construyen unos caballetes para que el paso se pueda apoyar en el suelo, lo que ocasiona que desaparezcan los 4 portadores que van debajo del paso y se alargan los exteriores para que puedan ir 8 delante y 8 detrás.

-. En 1951, con el asesoramiento de D. Víctor Eusa, se reforma el alumbrado creando 4 candelabros de 21 brazos, pasando a 120 velas, por el industrial catalán Sr. Corberó con un coste de 55.000 Ptas. y se añade un tercer piso donde se alojará la Imagen, con el fin de que destaque su visión al público, por Talleres San Fermín de Félix Arteta, y un importe de 10.035 Ptas.. Esto supone meter de nuevo a 4 portadores debajo del paso, por lo que se aumento a 20 su número.

-. En 1961, con ocasión del estreno del nuevo manto, realizado por suscripción popular, y con el fin de dar cabida al mismo en el paso, hubo que aumentar éste en 0,80 metros su largura, reducir 0,10 su anchura, y se eliminan las luminarias creadas en 1951. Estos cambios motivan que en la parte de debajo del paso, que era de 4 portadores, pasen a ser 8, esto es, la estructura actual de 24. Este trabajo lo realiza Talleres San Fermín de Félix Arteta, por un importe de 75.000 Ptas.

-. En el año 2000 se recuperan las luminarias de 1951 pero no modifican el número de portadores.

Fuente: Web Hermandad de la Paz y Caridad

Apuntes del libro:
PEQUEÑA HISTORIA DE NUESTROS PASOS DE SEMANA SANTA

Juan José Martinena Ruiz (autor)  


LA DOLOROSA SOLEDAD DE MARÍA

Aunque este magnífico paso no pertenece a la Hermandad, sino al Excmo. Ayuntamiento, y por ello no se custodia en nuestra residencia, sino en su capilla propia, situada bajo el coro de la iglesia de San Lorenzo, merece, sin embargo, un lugar de honor en estas páginas, como lo ocupa en nuestra procesión y en la devoción de los pamploneses.

Fue Rosendo Nobas, discípulo de Vallmitjana, el tallista que, con alma de imaginero del Renacimiento, esculpió magistralmente todo el dolor de una madre atormentada en el hermoso rostro de nuestra imagen de La Soledad. Esos ojos que se elevan hacia el Cielo, con un velo de lágrimas tamizándole la mirada, esas manos que se entrelazan, crispadas por el sufrimiento, valen, para mí, mucho más que las sutiles teologías del más perfecto sermón de Semana Santa.

Los papeles antiguos dicen que la imagen costó 200 pesetas, más 43 de embalaje y transporte por ferrocarril desde Barcelona a Pamplona. El doctor Arazuri publicó la factura de 5 pesetas presentada por Félix Utray por «subir desde la estación una caja que contenía una imagen de la Dolorosa».

Corre entre el pueblo la leyenda -escribía Manuel Iribarren- de que el escultor quiso después reproducir fielmente la angustia de la Dolorosa y que al no conseguirlo se volvió loco. Por desgracia para la poesía, el episodio no pasa de leyenda. Paz de Ciganda contaba que en el envío de Rosendo Nobas había un recado del escultor, en el que encarecía que cuando, al armarla, vistiesen la imagen, no le tapasen la frente. Como es sabido, se trata de una de las llamadas «de vestir», por lo que la labor del escultor se reduce únicamente al rostro y las manos, el resto es un maniquí o armazón de madera.

No cabe duda de que el primoroso manto de la Virgen es un complemento indispensable que realza sumamente la perfección de la cara. El 1 de abril de 1960, en la procesión de «El Traslado», lució la imagen el nuevo atuendo, confeccionado y primorosamente bordado por las Madres Adoratrices. Según la nota que me ha facilitado amablemente el archivero municipal en funciones don Elias Martínez de Lecea, anotaré que el manto y traje costaron 425.000 pesetas, de las cuales 242.520'35 se obtuvieron por suscripción popular. Era teniente de alcalde presidente de la Comisión de Gobierno don Leandro Mª. Cañada, a quien se debió en gran parte la realización de esta iniciativa, y era alcalde de Pamplona el ilustrísimo señor don Miguel Javier Urmeneta Ajarnaute.

En 1553, La Soledad no figuraba todavía como paso individual, sino que su imagen acompañaba, como parte integrante, al primitivo paso del Sepulcro, construido y costeado unos años antes por el gremio de los plateros.

El 31 de marzo de 1602 se fundaba la Cofradía de la Soledad, en el convento de la Merced, por don Felipe de Navarra, don Juan Cruzat y otros nobles caballeros y vecinos notables de la ciudad, sin embargo, como ocurre con la Vera-Cruz, la primitiva fundación fue anterior. Consta en papeles del año 1687 cómo don Rafael de Valanza hizo «varias y diferentes diligencias en el Convento del Carmen Calzado, adonde en su primer instituto se fundó la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad... para el efecto de si se podría hallar la forma y capitulaciones con que se fundó aquélla, y no ha sido posible hallarse ninguna...».

El número de cofrades, según Baleztena, ascendía ya a 1.500 en 1609. Hermanos distinguidos de aquella época fueron el virrey don Alonso de Idíaquez y el regente del Real Consejo don Gil de Albornoz, más tarde cardenal.

Arazuri publicó en Pamplona estrena siglo que la procesión de La Soledad, que salía del convento de la Merced a las cuatro de la tarde del Viernes Santo, comenzó a recorrer las calles de la ciudad el año 1605, si bien este autor no, cita la fuente de tan curioso dato.

La Cofradía de la Soledad fue la primera en salir el día de Viernes Santo. Hasta entonces, las Hermandades lo hacían el Miércoles y Jueves Santos. En 1616,el Ayuntamiento o Reximiento acordó que las antiguas sacasen unidas una procesión el día de Jueves Santo, y la de la Soledad lo hiciera al día siguiente, constituyendo el lejano antecedente de la procesión actual.

En 1700, el día de Viernes Santo salía, entre los pasos de esta Cofradía, aparte de la imagen de La Soledad, titular de la advocación, otra llamada de Las Angustias o de Las Siete Espadas.

A la vez que en 1775, por disposición municipal, se suprimía la salida por las calles de la procesión de Jueves Santo o de la Vera-Cruz, quedando únicamente la de La Soledad, se fundaba en la iglesia de San Agustín la Congregación de Nuestra Señora de los Dolores, ocupando una pequeña capilla debajo del coro, llamada del Santo Cristo de Burgos, y trasladándose más tarde a la primera del lado de la Epístola, junto a la antigua puerta de la sacristía, dedicada hasta entonces a Nuestra Señora de Belén. En 1866, el rector de la iglesia, don Pedro Mª. llundáin, se dirigió al Ayuntamiento: «Conociendo la mucha devoción que el pueblo tiene a la imagen de la Soledad, venerada en la iglesia de San Agustín y propia de V. E., le he arreglado una capilla con su altar, decorándole en lo posible». La Corporación acordó concederle una subvención de 1.000 reales de vellón.

Volviendo a la otra imagen de La Soledad, a la de la Cofradía de ese nombre, tengo noticias de aue salía en la procesión de 1828, época en la que únicamente se sacaban cuatro pasos: éste, La Despedida, El Cristo Alzado y El Sepulcro. La bandera de La Soledad la llevaba el prior y regidor del Ayuntamiento don Esteban Errazu.

En 1834, al cerrarse definitivamente al culto la iglesia de la Merced, el prior don Dionisio Eljaurdía ordenó «trasladar al (convento) de los Dominicos los dos retablos (uno de Cristo y otro de La Soledad) de la Cofradía pertenecientes al Ayuntamiento, así como el palio, bandera, andas y demás objetos».

No sé en qué fecha habría pasado el altar e imagen de La Soledad del antiguo convento de los Dominicos -hoy iglesia de Santo Domingo- a la parroquia de San Lorenzo.

Cuando, el año 1883, se recibió y vistió la actual imagen de La Dolorosa, Lau-Buru -periódico de la época- publicó en el número correspondiente al 20 de marzo: «La cara es una escultura que puede hacer la reputación de su autor. Aquellas facciones contraídas ligeramente por la angustia revelan un dolor profundísimo, a la vez que resignado, sus ojos, que tienen una expresión indefinible, hacen aguardar, al que lo contempla, que broten raudales de lágrimas, al mismo tiempo que su mirada, dirigida al cielo, recuerda que allí está el único lenitivo de todas las angustias y dolores. Hemos visto varias personas a quienes la contemplación de la imagen les ha conmovido profundamente».

El articulista terminaba felicitando al Ayuntamiento por la adquisición y rogándole la expusiera a la veneración pública durante el resto del año.

La antigua imagen de Los Dolores o de Las Siete Espadas, que se veneraba, como hemos dicho, en la iglesia de San Agustín, se trasladó también a San Lorenzo, donde todavía puede verse en un antiguo retablo situado a la derecha del altar mayor.

El mismo año de 1883, el Ayuntamiento encargó a la Casa Roca y Casadevall, de Barcelona, el manto que lució la Virgen hasta 1960, aplicando a este fin una manda testamentaria de 10.000 reales, otorgada por la señora doña Sofía Villanueva.

El folleto explicativo de la procesión de 1888 da la noticia de que «este paso ha sido también enriquecido con nueva plataforma a expensas de la Corporación».
Existía la antigua costumbre, en nuestra ciudad, de que doce caballeros pamploneses, invitados por el Excmo. Ayuntamiento, precedieran al paso de La Dolorosa, alumbrando con hachones.

Todavía en nuestros días tiene lugar, la semana anterior a Semana Santa, un septenario en San Lorenzo en honor de La Soledad, al final del cual se celebra la entrañable procesión hasta la Catedral, conocida como Traslado de La Dolorosa. El Retorno tiene lugar la misma medianoche de Viernes Santo, y ambos actos se ven, afortunadamente, muy concurridos. En ellos luce la imagen el precioso manto con las armas de la ciudad estrenado en 1960.

Miradas de Pasión / Mozorro 31 – Diciembre 2015

La Dolorosa

Carlos Ayerra Sola, Capellán.

 


Con el deseo ilusionado de conseguir lo que se anhela, de ver hecho realidad lo que nuestra mente y nuestro corazón ansían.

Con el instinto que nos lleva a seguir aguardando la llegada del final deseado.

Con la intuición de la luz al fondo de la oscuridad del túnel, llegamos al final de este recorrido procesional. Y lo hacemos con Ella, la Virgen de los Dolores, Nuestra Señora de la Soledad, nuestra querida DOLOROSA.

Hermanos de la Pasión y Hermanas de la Soledad:
Pamplona, llena de la ilusión, el sueño, el anhelo, el afán, y el deseo irrefrenable por conseguir siempre lo que espera... manifiesta la religiosidad que nace de las más profundas raíces de nuestro pueblo, y va indefectiblemente unida a la devoción que éste siempre sintió por los misterios de la Pasión del Señor y los Dolores de su Madre; porque es producto de la Fe de nuestro pueblo, y así, sólo así, nos ha llegado como bendita herencia de nuestros mayores.

Nuestra Dolorosa, la Virgen en su Soledad, viene para remediar tantas soledades como sufren los que, en los últimos años de su vida, no encuentran ni el cariño ni la compañía de aquellos con los que se volcaron en sus años de juventud y madurez, la de los marginados injustamente por la sociedad que los desprecia, la de los enfermos que pasan sus días atados al lecho del dolor, la de los injustamente privados de libertad, y la de tantos y tantos como sienten la pena inmensa de la soledad. Ella, va repartiendo a su paso: compañía para los que se sienten solos, consuelo para los abatidos, mano tendida para los desamparados y rayo de luz para los que viven en tinieblas y sombras de muerte.

Señora: queremos pedirte que este mundo encuentre tus recogidas manos siempre abiertas para verter sobre los hombres que con Fe te invocan la Salud de los cuerpos y de las almas y los remedios que Tu infinita misericordia derrame como divina solución a todos los problemas que acosan por doquier a la humanidad.

Nuestra Dolorosa, la Virgen en su Soledad, Ella... se basta para llenarlo todo.

¿Qué puedo decir?
Tu pueblo enamorado en tu alabanza lo encuentra en Ti todo y te hace centro de todas sus cosas, eje y coordenada de cada momento de su vivir, latido vital de su corazón, loco por tu amor, en Ti todo lo cifra y en Ti todo lo halla, ante Ti se postra cada día, en la paz de su Capilla y ante Ti clama en multitud cuando sale a recorrer las calles entre un mar de fervores que estallan cuando aparece en la puerta y llega a la Catedral que espera con impaciencia tu triunfal entrada y en la que detiene los tiempos, para los pulsos y acelera los latidos del corazón y se estrecha para sentirte aún más próxima.

"Madre en la tierra de tus amores", en la que si decimos "que tan sólo en el cielo te aman mejor", es porque allí con las legiones de ángeles, arcángeles y querubines hay también una legión inmensa de pamploneses y gentes de todo lugar que tanto te quisieron en vida y te siguen queriendo en la Gloria.

Tú que eres la Esperanza de un mundo que se estremece ante todo lo que contempla, Tú que alimentas nuestra ilusión y nuestra confianza puestas en Ti, Tú que eres la verdadera y única meta de nuestro amor, Tú regalo bendito de Dios, Tú lo eres todo para nosotros, Tú y sólo Tú.

Como testigos de la Cruz y de la Resurrección de Cristo encontramos en la Virgen María el testimonio ejemplar de una vida entera dedicada al Evangelio. María avanzó en la peregrinación de la fe y se mantuvo fiel a su Hijo hasta la cruz donde, por voluntad de Dios, estuvo de pie, sufrió intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio con corazón de madre que, llena de amor, daba amorosamente su consentimiento a la inmolación de su Hijo como víctima que Ella había engendrado. ¡Ojala aprendamos la dulce y reconfortante alegría de evangelizar y hagámoslo como lo hizo María!