Año Jubilar de la Misericordia 2015-2016

El Papa Francisco ha convocado un Jubileo de la Misericordia, que tendrá lugar del 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada, al 20 de noviembre de 2016, solemnidad de Cristo Rey. Los Jubileos o Años Santos se celebran con carácter ordinario cada 25 años y en ellos los Papas conceden indulgencia plenaria, es decir, el perdón de las penas debidas por nuestros pecados a quienes hagan el sacrificio de una peregrinación, a Roma o a otros santuarios y catedrales, acompañada de la confesión, la comunión y una oración por el Papa. También se conceden Jubileos por causas extraordinarias, como el de la Redención (1983) o éste de la Misericordia.

Para entender el mensaje que el Papa quiere enviarnos reproducimos algunos fragmentos de la Bula "Misericordiae Vul-tus" en la que se ha convocado:

"1. Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre... El Padre, «rico en misericordia» (Ef 2,4),... «Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad» (Ex 34,6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina".

"2. Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación".

"6.« Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia » (Santo Tomás de Aquino)... "Paciente y misericordioso" es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios. Su ser misericordioso se constata concretamente en tantas acciones de la historia de la salvación donde su bondad prevalece por encima del castigo y la destrucción".

"9. En las parábolas dedicadas a la misericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia. Conocemos estas parábolas; tres en particular: la de la oveja perdida y de la moneda extraviada, y la del padre y los dos hijos (Le 15,1-32). En estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón".

"10. La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo... Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado de indicar y de andar por la vía de la misericordia. Por una parte, la tentación de pretender siempre y solamente la justicia ha hecho olvidar que ella es el primer paso, necesario e indispensable... Por otra parte, es triste constatar cómo la experiencia del perdón en nuestra cultura se desvanece cada vez más... Ha llegado de nuevo para la Iglesia el tiempo de encargarse del anuncio alegre del perdón".

"15. En este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy!.
Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina. La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos. Redescubramos las obras de misericordia corporales:

dar de comer al hambriento,
dar de beber al sediento,
vestir al desnudo,
acoger al forastero,
asistir los enfermos,
visitar a los presos,
enterrar a los muertos.

Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales:

dar consejo al que lo necesita,
enseñar al que no sabe,
corregir al que yerra,
consolar al triste,
perdonar las ofensas,
soportar con paciencia las personas molestas,
rogar a Dios por los vivos y por los difuntos".