En 1918, la Junta de gobierno de la Hermandad de la Pasión abrió una suscripción popular para costear con el producto un nuevo paso. Hechas las cuentas, se vio que se habían obtenido nada menos que 19.000 pesetas, cantidad muy considerable para aquella época, en vista del éxito, se convocó el correspondiente concurso, para la ejecución de dos pasos, que fueron La Cena y La Oración del Huerto.

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De entre los proyectos y bocetos que se presentaron resultó elegido el remitido bajo el lema «Boanerges», cuyo autor se comprometía a ejecutarlo en la cantidad de 15.000 pesetas. El artista que se ocultaba tras el lema mencionado era don José Ríus, de Barcelona.


El grupo se recibió en enero de 1919, su peso era muy grande, como era de esperar dado el número de figuras que lo integraban, por lo que, como cuenta García Merino, hubo que instalarlo sobre un camión. Estos «camiones» no eran lo que hoy entendemos bajo esa denominación, se trataba simplemente de carruajes de madera, consistentes en una plataforma plana, sin bordes, montada sobre dos ejes de ruedas, las traseras casi siempre de radio mayor, que naturalmente facilitaban bastante la labor de los portadores, por entonces se pusieron de moda, y se pensó adquirir algunos más, en 1919-1920, con ayuda de un préstamo hecho sin interés por el Obispo, se compraron tres, podía decirse, con razón, de nuestra procesión que iba sobre ruedas.

El simulacro -como también suele llamarse a los pasos- gustó mucho en Pamplona, y enseguida se pensó en encargarle La Cruz a Cuestas, como se hizo poco después. De éstos, como de El Prendimiento, obra también de Ríus, decía Manuel Iribarren que no pasan de discretos, «sin más pretensiones que un buen parecer -escribe este autor-, dijéranse arrancados de cualquier devocionario al uso».

Iribarren es también quien cuenta, a título de anécdota, que en su día «alguien sugirió la peregrina idea de resolverlo con personas vivas, con hombres de carne y hueso. Asusta y mueve a risa pensar que los que personificaran a Jesús y a Ios Apóstoles tenían que mantenerse en la misma postura durante más de tres horas de traqueteo. Ello habría dado origen a anécdotas e incidentes en detrimento del fervor y la seriedad».

En detrimento del fervor y la seriedad corrieron, sin embargo, llegando a tener cierta popularidad, aquellos versillos que, describiendo la procesión pamplonesa con multitud de alusiones a tipos y personajes entonces muy conocidos, decían a propósito de este paso: ... y el hijo de Moreno, al ver la Cena pasar dijo: ¡Quién fuera Apóstol, para poder cenar!

Por lo visto, en aquella Iruña de primeros de siglo, el cenar no era cosa de todas !as noches. 
Juan José Martinena Ruiz

 

 

JOSÉ RIUS 

 Nace en una familia humilde de Barcelona. Muy pronto se ve su afición artística, puesto que dedicaba todo lo que ganaba a comprar árgila para moldear figuras de nacimiento. Sólo con nuevo años monta una parada para vender sus própias figuras a la feria de Santa Llúcia, que en aquella época se repartía entre la Catedral y la parroquia del Pi.

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Con quince años, entra de ayudante al taller de quien más adelante sería su suegro, Claudi Garrich, a la calle Diputación 243, y abandona su domicilio particular a la calle Pau Claris.

Al 1886 fundó con su suegro la industria imatgera y peesebrista Casa Rius, dejando entrever sus habilidades empresariales además de las artísticas.

Al 1887 se casa con Mercé Garrich Brotons, con quien tendrá quince hijos, aunque sólo cuatro llegarán a la edad adulta -Claudi, Flora, Josep y Eduard-, siendo Claudi Rius, nacido al 1892, lo que continuará la saga y lo que gestionará el taller familiar hasta su muerte. Gracias a los contratos firmados y a su esfuerzo se hizo construir al 1914 lo que sería el domicilio familiar con granos dependencias para dar alberge a tan numerosa saga, a la calle Rosselló 195 de Barcelona.

Josep Rius no pudo acceder a una formación académica como otros escultores contemporáneos que se formaron al Llotja Barcelonesa, pero en cambio su buen oficio aprendido al taller de su suegro y sus calidades innatas desarrolladas de manera autodidacta en el mundo del belen, como en el caso de otros escultores catalanes, lo trajeron a ser muy cotizado y permitieron de montar un negocio propio con una producción prolifera y rentable. Prueba de su reconocimiento es el hecho que va ser reclamado para adornar importantes obras civiles en Barcelona, como el Palacio de Justicia.

El taller familiar, que con diferentes nombres se mantuvo hasta adelantados los sesenta, y por donde pasaron una gran cantidad de escultores, disfrutó de la figura del patriarca hasta el momento de su muerte, puesto que con más de noventa años seguía modelando figuras y recuperando viejos moldes, aunque después de la integración total de su hijo al taller familiar, cosa que se realiza sobre los años veinte, ya no firma ninguna obra y todo lo que salía del taller lo hacía bajo el nombre de Hijos de Josep Rius o Taller Claudi Rius. Los motivos parece que fueron de salud; la muerte de once hijos y sobre todo la muerte de su esposa, todavía joven, debido a un ataque de corazón, le causaron tal angustia que al 1916 padeció una angina de pecho, de la cual se recuperó, pero que fue el origen de una neurosi. Eso hace que tenga que dejar la administración del taller a su hijo Claudi a los alrededores del 1920. Este hecho explica que sea muy difícil delimitar qué trabajos son de Josep Rius y qué de su hijo Claudi; así tenemos por ejemplo La Oración en el Huertode Segovia del 1906, o también el mismo misterio de Tarragonade Jesús Nazareno del 1907, o incluso el Ecce Homo(1917) de Tarragona, destruido el año 1936. De la misma manera, aunque algunas son posteriores, las obras de Pamplona también fueron firmadas por el padre. No obstante eso, el problema empieza después de la guerra, cuando el taller familiar pasa a denominarse de diferentes maneras y, debido de al gran volumen de pedidos, a su interior trabajan numerosos escultores, que no realizan una obra entera. Según me comentaba el escultor Puigdollers, que había trabajado en Casa Rius a la época de los cuarenta, había artistas especializados en manos, otras en caras, otras en la creación de la composición, etc. Entre estos artistas había su padre, que moldeo hasta la epoca de los cincuenta y que incluso incorporaba modelos propios y realizaba los rostros de las figuras que salían del taller. Es por este motivo que muchas obras, firmadas una por el padre y otra por el hijo y con una diferencia notable en el tiempo, son muy parecidos. Eso se puede comprobar notando el gran parecido de composición que hay entre los misterios de La Oración del Huerto de Segovia (J. Rius 1906) y el de Tarragona (C. Rius 1940), o el de Jesús Nazarenode Tarragona (1907) y la Verònica de Badalona de 1940 de Claudi Rius. Ciertamente necesitaríamos mucho de espacio para poder discernir la participación de Josep a las obras atribuidas a Claudi, y además no es el motivo de este artículo.

Se tiene que marcar el periodo que va desde el 1907 hasta el 1923 como la etapa de más gran producción y gloria del maestro barcelonense.

Al 1906, al ser nombrado obispo de Segovia Don Julián Miranda Bistuer, natural del pueblo de Tamarit de Litera, de la franja de Ponente, decidió impulsar la Semana Santa y por esto pone a manos de dos artistas catalanes, Josep Quixal y Josep Rius, la creación de dos grupos escultóricos. Josep Ríes elabora La Oración en el Huerto, que causó gran sensación y que todavía hoy se venera a la iglesia de San Lorenzo de Segovia. Este grupo fue restaurado hace poco por R&C Restauración y Conservación S.L. y del informe que se redactó podemos deducir algunas cosas muy interesantes, como es el método de juntar tacos agujereados y escalonados sobre los cuales se realiza la talla, en lugar de usar un encadenado de tablones. Casi al mismo tiempo que el encargo de Segovia, hace Jesús Nazareno de la Hermandad de Jesús Nazareno, conjunto de cuatro figuras.

Después siguiera una composición de ocho figuras, que resulta ganadora del concurso para la realización del misterio de EI Prendimiento de Pamplona, para muchos la gran composición de Josep Ríes, que todavía hoy sale en procesión por las calles de Pamplona y que en su día cuesta 4.900 ptas., y para la cual se inspiró en el cuadro El beso de Judas del pintor Anton Van Dick Cuypers. Hace falta destacar que la policromia de las figuras no la hizo Ríos, sino que lo encargaron a la casa Arteida y Artieta de Pamplona, igual como se hizo con los otros tres misterios de esta ciudad, La Santa Cena (1918), La Oración del Huerto (1919) y La Cruz a cuestas (1922). En aquel tiempo elabora otro misterio de tres figuras para Tarragona, la Ecce Homo, que salío por primera vez el 1918. Para acabar podríamos definir el arte de Josep Rius como lo hacía un diario de Pamplona al 1919, al estrenarse el paso de La Santa Cena: "Desde luego, se advierte que el autor no se un santero sino un artista genial que siente el arte cristiano que se inspira en el Evangelio, que rompe los viejos moldes para seguir e imponer su ideal, su espiritualismo triunfante de la materia".

 Gracias a la pagina

http://www.jesusnatzare.org/Castella/jriuscast.htm

De donde pudimos extraer la información.

 

 

 AUTOR

José Rius


AÑO

1919


MEDIDASporta cena
Alto: 3,26 m.

Ancho: 2,3 m.

Largo: 4,1 m.


PESO

2110 kg.


PRECIO

15.000 pts


PORTADORES

10 a ruedas